Mujeres reales
No pretendo escribir acerca de mis pensamientos, ni hacer un artículo de empoderamiento a la mujer. Son cientos los testimonios de mujeres luchadoras que se enfrentan a una sociedad en la que hay que demostrar constantemente que se es suficientemente válida como trabajadora, ama de casa, madre o simplemente mujer.
No quiero hablar de desigualdades, ni ensalzar un rol que en ocasiones resulta difícil de asumir, ni contar historias en las que el objetivo sea identificarnos. Únicamente historias reales de mujeres no tan lejanas. Pueden ser nuestra vecina, o hermana.
Mujeres que no siempre son conscientes de que su día a día está determinado por su propia elección:
“Nunca me planteé dejar la prostitución. Empecé con 16 años a ejercerla para poder tener dinero y mantener a mi familia, pero después acabó gustándome. Cuando eres prostituta te sientes importante. Los hombres te dan todo lo que no le dan a sus mujeres. Son respetuosos, cariñosos y te tratan con mimo. Me hacían sentir guapa, especial. Te eligen pudiendo elegir a cualquiera que se pueda pagar con dinero.
Muchos hombres se han arruinado por querer estar a diario conmigo. He tenido varios “maridos”. Alguno estaba casado con otra mujer, pero a mí me pasaba dinero y me pagaba un piso. De uno de ellos me quedé embarazada. Cuando aborté ya no me producía la misma excitación estar junto a él y lo dejamos.
Cuando conocí a mi último marido era mi cliente. Era exquisito en el trato, dulce, cariñoso, daba su mundo por mí. Incluso después de estar conviviendo seguía ejerciendo. Finalmente dejé este trabajo para dedicarme a nuestros dos hijos.
Cuando me convertí en madre de sus hijos dejé de verlo como hombre, y él a mí como mujer. Cuando era sólo suya me dejó de respetar, de mimar y de conquistar…”
“Quiero dejar a mi marido. No me trata bien. Creo que me es infiel. Llevamos 20 años juntos y estoy muy cansada. Comencé con él porque era el guapo del pueblo, a pesar de que tenía un novio buenísimo que dejé por él. Me casé muy joven y me quedé embarazada enseguida. En estado me dio la primera paliza. Su madre estaba delante y lo animaba porque decía que eran cosas nuestras y que algo habría hecho yo para que él se pusiera así conmigo. Luego tuvimos un hijo, que nació con parálisis cerebral. Nunca sabré si su problema se debió a una de las palizas que recibí. Cuando íbamos a un bar él iba delante porque se avergonzaba de él. Nunca ha ido al hospital a verlo estando ingresada, lo cual ocurre unas dos veces al año, y ya tiene 19.
Tenemos otro hijo al que trata de educar a su imagen y semejanza. Él oculta información del padre cuando le pregunto algo. Le dice que soy una puta y una loca. No me dejaba ir a tomar café con amigas ni salir por el pueblo sola.
Ahora creo que me es infiel y yo estoy hundida. Todos los días le registro el móvil y le grito cuando llega a casa más tarde de lo que debe llegar. Estoy muy nerviosa y no sé controlar mi ansiedad. Él siempre me ha dado todos los caprichos, el coche que yo he querido, cuando llegábamos a un bar la mejor comida de la carta o la mejor botella de vino, si la quería yo, era para mí. Le gustaba lucirme cuando salíamos a la calle y ahora no me hace caso. Ya no me toca ni quiere hacer el amor conmigo. Siento que lo estoy perdiendo y no puedo vivir sin él.”
Dosis de realidad. Mujeres reales en situaciones reales. Quejas que se convierten en motivo de vida, y vidas en las que se elige seguir.